viernes, 12 de agosto de 2005

La Espera. Astrolongo, Cuasiterra y el Ser.(2)

Invernadero(Barcelona)2005

Capítulo 2
Érase una vez, hace ya muchos años, un rey, Astrolongo, tercero del mismo nombre, su padre y abuelo también se llamaron así, que dirigía, que no mandaba, un pequeño país, Cuasiterra, en unos lejanos mundos, en donde reinaba la felici­dad, la paz y el sosiego.
Cuasiterra tenía una disposición que permitía trasladarse de un confín a otro con sólo proponérselo.
- Me voy a Tranadella - pensó Astrolongo, y ya se encontraba allí. La textu­ra y composición de la materia de los cuasiterrenos les permitía, en compa­ra­ción con seres de otras tierras, ésta y otras maravillas.
Estos cuasi seres se movían por su pequeño país como las partículas de polvo suspendidas en el aire. No he sabido, aún, si Cuasiterra es, en realidad, un territorio pequeño, o es que, debido a esta peculiaridad, resulta realmente minúsculo, inexistente.
La facilidad de traslado se acrecentaba, además, por que la disposi­ción de las montañas, valles, ríos, aldeas, pueblos y ciudades formaban un todo circu­lar. Las montañas, valles, ríos, aldeas y ciudades entrelazaban sus elementos más pequeños, sus átomos materiales, en un movimiento continuo, en un movimien­to browniano. Visto al contraluz, era como un calidoscopio maravi­lloso.
¡Que tierra, que país! Fue maravilloso llegar allí. No se como lle­gué, pero les aseguro que estuve. Llegué y estuve; y la estancia era grande, blanca, impoluta. En la atmósfera de la sala flotaba una mezcla de olores: de recuerdos olfativos. Recuerdos que después, al cabo del tiempo, he desentrañado colocán­do­los en su lugar, en su época y en su espacio: En mí memoria. En fin, pero esto es otra historia. Volvamos al motivo princi­pal, al objeto del cuento: Astrolon­go y Cuasiterra.

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