martes, 19 de noviembre de 2013

Pasé por La Central (45)

Colón. Barcelona, 2011
Mi avanzada juventud.

Estoy en mi última etapa vital. 
Soy consciente del tiempo que pasa, 
pero aún más del que me falta:
De mi vida solo concibo el mañana,
quizá, hasta el pasado mañana.
Mañana.
Mañana.
Mañana.

En nada estaré muerto, así que 
¿a qué viene tanto ruido por naderías?
Esta pregunta me la repito cada día,
desgraciadamente, con escaso resultado,
así es que la escribo para gravarla.
Gravarla.
Gravarla
Gravarla.

Vivir es fácil con los ojos cerrados,
sin densidad intelectual.
A mi edad los mantengo abiertos
y me produce pavor, inquietud, escepticismo:
Me estoy haciendo demasiado viejo hasta para mi mismo.
Para mi mismo.
Para mi mismo.
Para mi mismo.

Todavía me asombra el olor del jabón de afeitar,
el azul entre el blanco de las nubes,
y las centenares de personas 
que cada día se cruzan en mi vida.
¡Alto! Ahora recuerdo que aún me queda utopía.
Utopía.
Utopía.
Utopía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TODOS MORIREMOS,PERO NO HEMOS DE BAÑARNOS EN ESE VALLE DE LÁGRIMAS