Vestíbulo del MNAC, Barcelona 2009
Otra escena inquietante
(El adiós)
En los últimos años
había tejido una red de sueños
donde descansar sin hacerse daño.
Le hablé y me escuchó sentada,
con las manos sobre el regazo,
la derecha cobijando a la izquierda.
Y me atendió mientras mis ojos
buscaban en su cuello ese pulso,
apenas perceptible, que da la vida.
Me escuchó para, finalmente,
dar la espalda y marcharse.
Por el camino, con desgana,
levantó la mano derecha
y acarició, al paso,
el ramito de violetas
que adornaba el pasillo.
Sin un adiós dicho, se fue.
2 comentarios:
Tu despedida.....hermosa, sensible.
Un abrazo.
Maravillosa foto, proyecta nitidez. Ojalá nuestras vidas fuesen así.
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