lunes, 5 de septiembre de 2005

Cuartillas imaginarias. Conversaciones con mi interior (TRES)

Gloria, blanco y negro coloreada(Barcelona)1980
Pero los años han pasado,
lentos,inexorables, heridores.
Oído en TV2
TRES

- Buenas noches a todos –acabo de llegar a casa. Sin quitarme la chaqueta, entro en la cocina. Mi mujer y mis hijos están en la batalla diaria de las 21 horas, en la batalla de la ducha, los pijamas y la cena. Al pasar el umbral, oigo a Victoria, mi cuñada. Al instante de oírla, la veo de pié, apoyada en la nevera y sola en compañía.
- ¿Qué hay, cómo por aquí?
- Mira …
Victoria es como un pájaro, que de vez en cuando, al ritmo estacional de su alma, viene a vernos, a picotearnos, a rebelar un poco su espíritu y a marcharse, a emprender de nuevo el vuelo en solitario.
- ¿No me ves nada raro? Me comenta con gesto pícaro.
- Pues…, ahora que lo dices, sí. Te has quitado las gafas ¿Te has puesto lentillas?
- Si ¿Qué tal me ves?
- Te queda bien. Bueno, muy distinta no se te ve. Las gafas que llevabas eran muy sencillas y casi no se notaban,
- Si, poca gente lo ha notado. Tengo que preguntarlo para que se den cuenta.
Al fijarme en su falta de gafas, me doy cuenta de que se a hecho mayor, ha envejecido. No su físico, sino su gesto, su pose, su alma saliendo por los poros de su cuerpo.
Es curioso, seguro que natural, como de pronto nos damos cuenta de que alguien crece, se hace mayor, está a nuestra altura. Dejamos de verlo, como casi siempre se hace con los niños, de refilón y lo pasamos a nuestra altura como adulto. Victoria ha pasado a la escala adulta, al menos para mí.
- Hola Guilles ¿cómo te ha ido el día? Y a ti, María ¿cómo te ha ido el cole?
- Bien ¿Sabes, papá, hoy hemos…? María explica con todo lujo de detalles su día de colegio.
- Mira que bien –le contesto despreocupado -Bueno me voy a cambiar ¿Qué hay de cena?
- Pues, no lo sé aún ¿qué te apetece? –contesta Lola, entre cucharada y cucharada de yogurt introducida, como por arte de magia, en la boca de Guillermo.
- Lo que tú quieras.
Me voy pasillo adelante, con Don oliéndome los pies y meneando el rabo como saludo de bienvenida.

(Continuará)

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