jueves, 6 de marzo de 2014

Pasé por La Central (48)

Invernadero en la Ciudadela de Barcelona, 2013.
El día que descubrí a Walt Whitman

En este día de invierno con vocación de primavera
he leído, por primera vez, a Whitman, imperdonable,
y con él me ha venido la tristura de las borrascas.
La tristura de la vida que pasa sin preguntar,
la tristura de las flores marchitas,
la tristura de las hojas verdes que caen sin saber
que están infestadas por un hongo blanco.

No veo bien, ni oigo bien, no soy yo el que era, 
si alguna vez quizás fui.
Tampoco tú lo eres, no te vayas a pensar. 
Tampoco oyes, tampoco ves. No eres el que fuiste. 
Tampoco las flores del campo
que nacen y mueren sin saber como marchitan 
entre los terrones secos de aquella finca sin vida.

Para llevarme todas las telarañas de la tristeza 
y del tiempo que tengo adheridos a la piel,
he abierto en mi mente una brecha para el olvido.

Cada vez que trato de recordar lo que había soñado 
tenía que ver con la lectura de Walt Whitman. 
Tal vez como recordatorio de la contrariedad 
del día de hoy, de invierno con vocación de primavera. 
Como quiera que sea, tengo la memoria en blanco. 
Imposible acceder a las puertas del sueño,
ni del recuerdo de lo que fui y fue otro tiempo.

Finalmente, el sol de la mañana cayó sobre nosotros 
y soñando nos borramos en una luz blanca y azul,
Whitman y yo, definitivamente, nos hemos encontrado

2 comentarios:

Flor de Campanilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
CORAZÓN MILLENNIAL dijo...

¡Muy buenas notas! Me gustaron. :) (Y)


Recién abro mi blog y pondré algunas notas de lo que escribo, por si gustas darte una vuelta ;)